¡ADIÓS A LOS DÍAS MALOS!

Existe cierta “alergia” a los días malos, cómo si sentirse triste, enfadado, ofuscado, rallado, preocupado (o cómo tú quieras llamarlo) fuera malo.

Pienso que hay una tendencia “happy” que nos exige sentirnos felices (el máximo tiempo posible) y que por ende nos culpabiliza cuando algo no nos va bien y nos sentimos mal.

Primero de todo, no os penséis que este post es una oda a la depresión, ni mucho menos. Lo que me  gustaría es que pudierais transformar el adjetivo “malo” de los días malos en días que sencillamente no estamos mega-felices y por tanto a aprender a gestionar estas emociones. Hay quien las etiqueta de negativas,  a mí no me gusta llamarlas así, porque entonces parecería que fueran menos buenas que otras, y lo cierto es que todas tienen su función.

Vamos por partes…

PASO 1: ¡Adiós a los días malos!

No quiero que desaparezcan de vuestra vida, sencillamente quiero que les cambiéis el nombre. Así es que para esos días grises o de bajón,  quiero que te preguntes: ¿Cómo te sientes hoy? No es el día que es malo, eres tú qué te pasa algo y para cambiarlo necesitas ponerle nombre. ¿Te sientes triste, te preocupa algo, estás angustiado, frustrado, irritable o enfadado?

PASO 2: No mires a otro lado, ¡Afróntalo!

Una tendencia generalizada es la distracción. Hay personas que cuando están tristes, preocupadas o angustiadas, se entretienen de tal manera que dejan de pensar en lo que les molesta. ¡Pues no! Esto no va a hacer más que posponer y alargar el sufrimiento, lo único que lo vas a sentir a “rachas”. Cómo si de golpe desapareciera (porque estás mirando a otro lado) y cuando no te das cuenta, ¡zas! Ahí que vuelve. Por ello te propongo que después de poner nombre a lo que te sucede te preguntes ¿Qué necesitas? (Necesitas estar solo, pensar, hablar con alguien, etc.) Y no qué necesitas para dejar de estar mal, sino que necesitas en relación a tu problema.

PASO 3: Acepta el malestar, no es malo, es desagradable.

Es posible que no sea el día más feliz de tu vida, piensa que la felicidad no nos la dan los días ni aparece mágicamente, es una actitud, una manera de vivir la vida, y ésta se hace viviendo, sintiendo y afrontando los baches que nos vamos encontrando. Cómo antes aprendas que sentirte mal (es decir, triste, angustiado, preocupada, irritable…) tiene su función, y además te va hacer crecer, madurar, aprender, menos sufrimiento tendrás.

En el fondo parece una paradoja, y es que cómo más luches por dejar de sentirte mal, más vas a alargar el sufrimiento. Así es que acéptalo como amigo de compañía, pasajero, sin encariñarte con él, y dejarás de tener días malos.

Yo les he cambiado el nombre y cuando estoy de bajón me pregunto ¿Qué lección voy a aprender hoy?

Y tú, ¿Cómo le vas a llamar a tus días malos?

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