Esta es una pregunta que me hacen habitualmente los pacientes en consulta. Tienen una relación de pareja estable, con quién comparten un proyecto de vida, se divierten, quieren y en algún momento de la relación aparece otra persona en sus vidas, alguien que “les atrapa” y no pueden dejar de pensar. Me preguntan si es normal amar a dos personas a la vez, porque sienten que se están volviendo locos, y que no saben qué opción deben elegir.
Como seres humanos, todos tenemos la capacidad de querer a más de una persona a la vez, sin embargo éste no es un post sobre las relaciones poliamorosas, esas en las que existe un pacto de “no exclusividad” y por tanto permiten abiertamente establecer varios vínculos afectivos de intimidad a la vez.
Por el contrario hoy os quiero hablar de qué ocurre cuando una persona se siente en la cuerda floja, ama, quiere o desea a dos personas, necesita tomar una decisión porque está empezando a sufrir y no sabe qué ni cómo hacerlo.
En principio la lógica funciona así: Si aparentemente uno tiene todo lo que necesita en casa, no tiene ninguna necesidad de buscarlo en ningún otro sitio, suponiendo pues que existe la relación perfecta que te vacune contra la pasión de explorar.
Vamos a ver cuánto de lógica hay en la vida real. Primero quiero diferenciar dos de los protagonistas de ésta triada amorosa: el Amor y el Deseo. Cuando aparece una nueva persona en la vida de alguien que está en pareja suele sentir en primer lugar una atracción física. Si decide investigar en ella, dejarse llevar por la novedad, puede ocurrir que al quedar más con ésta nueva persona sienta que se compenetran, que se entienden y que cada vez le gusta más, llegándose a enamorar. Sin embargo, sin nos vamos a la relación de pareja estable, lo que les une es el amor, un sentimiento que genera confianza, pertenencia, tranquilidad, deseo de compartir, cuidar y dejarse cuidar. Cómo veis dos sentimientos muy diferentes.
La posibilidad de sentir atracción por otras personas fuera de la relación va a estar siempre, y cada vez que aparezca la posibilidad aparece la necesidad de escoger. Y es aquí donde entra el conflicto de la persona. En función del momento en el que se encuentre la relación de pareja o del momento vital de la persona, las necesidades van a variar, decantando la balanza de ambas opciones hacia un lugar u otro.
Mi objetivo no es juzgar ninguna de las opciones, como psicóloga no podría ayudar a mis pacientes dando cómo más válida una de las dos posibilidades, pienso que lo que la persona necesita es darse cuenta de “su verdad”.
Escribo entre comillas porque cuando la emoción es tan intensa y ésta se mezcla con la polaridad de los valores, escucharse suele resultar muy difícil y confuso a la vez.
Decidir lleva implícito una renuncia. La cabeza no va a parar de cuestionar ambas opciones hasta que se tome una decisión y el comportamiento sea consecuente con la decisión.
“Si escojo a mi pareja puede ser que no vuelva a enamorarme nunca más”, “si es enamoramiento, se irá, por tanto mejor seguir con mi pareja que la quiero y la conozco”, “cada vez me gusta más, tengo miedo a enamorarme”, “tengo una relación perfecta, es buena persona, me quiere, me lo paso bien con él/ella, mejor no complicarme”, “lo que siento por él/ella no lo había sentido por nadie”, “hacía mucho tiempo que no me sentía así de vivo/a, ¿ y si me arriesgo?”.
Estos son algunos de los pensamientos habituales que me expresan quienes se han encontrado en la situación de escoger entre dos persones a quienes quieren y desean, pero de manera diferente.
¿CÓMO SE PUEDE RESOLVER ESTE DILEMA?
- Mira más allá de los dos hombres o de las dos mujeres que hay ahora en tu cabeza. Qué le pasa a tu vida y a tu relación de pareja. Seguramente tu relación de pareja no es tan ideal como te dices (lo cierto es que las personas somos “autoengañadoras” profesionales), afronta, comunica e intenta resolverlo. O quizás hay algo en tu vida que necesita ser cambiado y no te atreves a hacerlo.
- No resuelvas nunca el dilema moralmente. Sé que es una gran presión querer hacer las cosas bien, que engañar no es correcto, pero ¿engañarte a ti está mejor? La solución no está en lo que está bien o mal. Según la moralidad de cada persona este paso puede resultar más difícil pero es necesario para encontrar “tu verdad”.
- Sal del cuento de hadas. El amor romántico es muy bonito, y los cuentos de hadas historias fantásticas. Puede ser que sea una gran historia de amor, a mi me encantan las historias de amor. Pero para resolver el dilema necesitas salir de este ideal romántico para pensar que quieres: quieres arriesgarte y empezar una nueva historia, ¡Hazlo!, quieres centrarte en tu pareja y reconstruir vuestra relación, ¡Hazlo!
Estar en la duda, entre dos aguas, es una situación que genera sufrimiento y preocupación. Desafortunadamente el amor no es el antídoto que lo cura todo. Al menos no el amor entendido de manera “romántica”.
Uno de los grandes aprendizajes de la vida es aprender a vivir en la dualidad. Aprender a decidir lo que realmente queremos, deseamos o necesitamos no es tarea fácil, y menos cuando implica hacer daño a una tercera persona. Por eso pienso que lo valiente en la vida es aprender a ser sincero con uno mismo y expresarlo al otro. Aceptando que la otra persona se puede sentir dañada, pero nunca, escogiendo para evitar que los demás se lastimen, o desaprueben la propia elección.
Decide ser fiel contigo mismo, para después tomar la decisión que quieras tomar. El valiente es aquel que se arriesga a vivir, a cuestionar lo que no funciona, a resolver y no posponer. Es igual de valiente el que escoge dejarse llevar por una aventura, que el que se atreve a reconstruir su relación de nuevo. ¡Tú decides que tipo de valentía necesitas practicar ahora!